Volvemos a este apasionante enclave donde las sensaciones se sienten de forma espectacular, como si ese algo que parece observarnos en determinados lugares clavase su mirada en nosotros, como si nos observase. Pasamos una noche de experimentación y estas fueron las conclusiones
Alguien me dijo en una ocasión que el misterio no es tan habitual, que no hay tanto, pero sin embargo el misterio hay que buscarlo. No se encuentra únicamente en los grandes enclaves dictados por el misterio oficial. Aparte de Belchite u Ochate, con sus leyendas, verdades y decepciones, otros tantos enclaves son buena muestra de lo insólito, pero es necesario descubrirlos.
Entrada principal a la Colonia
Vivimos en una sociedad que alienta a la rapidez, todos vamos deprisa, pero en ocasiones bien merece la pena detenerse y observar, incluso escuchar el silencio. Con esta parada seremos capaces de percibir todo un mundo de sensaciones y matices que se nos pasan desapercibidos. La emotividad, buena o mala, los sucesos especialmente sentidos y vividos se dan y se han dado en numerosos lugares: yo mismo no pensaba de esta manera hasta que me decidí a investigar otros lugares, aquellos donde el investigador o experimentador de lo insólito no ha puesto el pie, seguramente el lugar que nos ocupa bien ha sido visitado por quienes ansían registrar psicofonías, encontrase con lo inexplicado o simplemente autosugestionarse, pero lo que está claro es que la Colonia Minera de Cercs es de aquellos enclaves menos visitados o, al menos, menos comentados en los medios, no por ello deja de tener esa magia especial, y su interior y exterior animan a dar rienda suelta a la imaginación, pero más allá de esta imaginación hay toda una serie de sucesos reales y acaecidos en el lugar, pues la minería es un trabajo muy duro y obligatoriamente los sucesos emotivos sucederían cada día, y muchos de estos sucesos, de estas vivencias no se plasman en la prensa y ni se descubren en hemerotecas ni en viejos legajos, son experiencias y situaciones vividas de forma individual o colectiva que tan solo permanece en la memoria de aquellos que han sido partícipes de ella.
Como anteriormente exponía, nos acercamos una vez más a la Colonia Minera de Cercs, en el Berguedà, uno de los pocos enclaves mineros que, abandonados, aún se conserva en Cataluña. Propiedad de la empresa “Carbons de Berga”, la Diputación de Barcelona realizó una inversión fuerte con el fin de mostrar en forma de museo como era antaño el trabajo del minero.
El enclave se encuentra en avanzado estado de ruina, no obstante, algunos edificios estructuralmente aún se conservan en cierta medida (año 2017). La actividad minera fue clausurada por la empresa en diciembre de 1991 y estuvo activa desde su construcción a finales del siglo XIX. El aislamiento de la zona hizo preciso que la colonia dispusiese de todos los servicios como si de una pequeña ciudad se tratase: viviendas para los trabajadores, enfermería, capilla y las instalaciones clásicas para el desempeño de su función. Su periodo de máxima explotación y rendimiento se dio en los años de la primera guerra mundial con el aumento de las necesidades energéticas, sin embargo, más tarde, en 1976, FECSA adquiere todas las acciones de la empresa explotadora y con la construcción próxima de la central térmica que absorbía la producción de un mineral de poca calidad, junto con la crisis que comenzaba, acabaron por cambiar los sistema de explotación a una profundidad de 400 m. por la extracción a cielo abierto, lo que retrasó el cierre de la colonia. En 1975 un fuerte accidente sucede y hace replantearse los sistemas de seguridad. En este accidente perdieron la vida 30 mineros. En el año 1990 se plantea una regulación de personal que la condena al cierre. La explotación pertenece al término municipal de Cercs y se la conoce como la Colonia Figols.
Más allá de esta breve historia, este enclave no deja de impresionarme cada vez que lo visito. En esta ocasión el equipo lo formábamos Jordi Bosch y investigador apasionado, José, una persona capaz de sentir los lugares y yo mismo, Fran Recio, investigador de lo insólito. El enclave día a día va enmudeciendo y prácticamente la totalidad del mobiliario o instalaciones que quedaban y que se podían vender, como taquillas metálicas, cables y otros enseres ya no están, por lo que se entrevé que la colonia no se ha librado de los desalmados vándalos que destrozan cuanto ven por el simple y enfermizo hecho de sembrar el caos. En esta ocasión no pudimos acceder a la enfermería donde habitualmente realizamos practicas psicofónicas y muchas de las viviendas antaño de los mineros y personal trabajador estaban inaccesibles: las lluvias e inclemencias temporales se han llevado por delante el vetusto camino de entrada a uno de los bloques de viviendas, el más apartado y donde se encontraba la enfermería.
Grabación psicofónica en la Colonia
En anteriores visitas las sensaciones estuvieron a flor de piel, como si ese algo que parece observarnos en determinados enclaves clavase su mirada en nosotros, como si nos observase. Los registros psicofónicos en mi caso han sido discretos en cantidad, pero importantes y entrando a formar parte de la estadística y teoría de un fenómeno que posiblemente se trate de algo trascendental, parece como si determinadas estancias sean más propicias que otras tanto para sentir como para las inclusiones, y pensando, quizá tenga su lógica, apenas uno siente nada en lo que queda del bar, y hay que suponer que en este lugar, a pesar de ser un punto de reunión, se hablaría de forma más distendida, se vivirían momentos más emotivos, en cambio, los dolorosos y trágicos sin duda se vivirían en los lugares de los hechos y seguramente en la enfermería, más aun teniendo en cuenta el accidente que en 1975 se llevaría la vida de 30 mineros, por lo que pienso que las sensaciones y emotividad seguramente y de alguna manera que desconocemos impregna aún el lugar.
Al respecto de tal accidente llevamos a cabo una interesante experiencia en la capilla de la iglesia cercana en donde intentamos llevar a cabo el contacto o propiciar la captación de impregnaciones de los fallecidos con diversas representaciones con el fin de condicionar nuestra mente, como si a forma de dial de radio se tratase, para sintonizar la longitud de onda de aquellos acontecimientos y de quienes los sufrieron, no obstante el citado experimento será objeto de otro artículo.
No hemos tenido la oportunidad de ver ni fotografiar lo que denominamos entidades o lo que comúnmente se conoce como fantasmas o espectros, aunque es algo típico que el investigador o experimentador no sea testimonio en primera persona de sucesos paranormales, en muchas ocasiones el cometido es recoger toda la información sobre los sucesos y el lugar así como testimonios que sean posibles para posteriormente elaborar un informe. A pesar de que, como expongo, no es común presenciar fenómenos, aquel que va a pescar día tras día, al final acaba por mojarse. En cuanto a tema psicofónico la cosa cambia y, a pesar de que no soy de los que obtiene “decenas de registros” en cada lugar, si es común que algún registro aparezca en las grabadoras. En este atardecer me dispuse a grabar con mis compañeros Jordi con la robusta y manejable grabadora Zoom H1, y yo en esta ocasión experimentado con un micrófono de condensador y alimentación Phantom conectado mediante un adaptador con pre-escucha a una Tablet con programa de visualización de onda en tiempo real. Las grabaciones que se obtienen son de una muy gran calidad y junto al micrófono de membrana grande logra abarcar un amplio espectro de frecuencias haciendo dada su gran calidad reconocibles los sonidos ambientales. Hay que decir que para tal menester nos situamos en la zona de muestras y archivo, anexo a la zona de las taquillas donde en otras ocasiones anteriores hemos trabajado.
Casi en oscuridad y monitorizando cada momento por los ojos electrónicos de cámaras de vídeo comenzamos la experiencia, los momentos precursores a una serie de preguntas lanzadas en el lugar para intentar obtener respuesta psicofónica también fueron registrados, una barrera con alarma electrónica de presencias fue situada en la puerta de entrada dando numerosas alertas como prueba de su correcto funcionamiento.
A la hora de escuchar lo grabado observé que en la parte de experimentación que realizábamos preguntas, algunas más trascendentes y otras más mundanas, en mí caso no obtuve respuesta alguna. Jordi, compañero investigador logró un registro pero sin que pudiésemos advertir su contenido. Hay ocasiones en que los registros psicofónicos, al igual que sucede en ocasiones con las psicoimágenes, aparecen como en formación, sin advertirse su significado o contenido de audio, no obstante, ambos coincidimos en que se trataba de un registro anormal. Al escuchar la primera parte de la grabación donde probábamos los equipos obtuve un registro psicofónico justo en el momento en que se probaba el correcto funcionamiento del detector de movimiento, entre una alerta y una segunda en forma de pitido estridente se aprecia una voz en la grabación que se queja del molesto sonido de alerta. Esto es cosa común, por eso siempre aconsejo grabar el máximo posible lo que precede y antecede a la experiencia, pues la causa del fenómeno es caprichosa y se manifiesta cuando uno menos lo espera.
Esta visita ha sido más corta que en ocasiones anteriores, el enclave ha variado y envejecido, pero sea lo que sea lo que se siente entre los muros de este complejo minero, eso no ha variado, para mí las sensaciones son importantes puesto que de alguna manera puede ser el indicador, aquello que discrimina y elige con que conectar.
No sé cuánto tiempo más perdurará en pie este lugar, esta colonia minera, pero desde luego es una visita que no defrauda. Más allá de enclaves oscuros y más truculentos, Cercs es cuna de sensaciones.
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