A pesar de nuestras vivencias y experiencias en el Hotel Colonia Puig, estas no son prueba determinante de nada. Para algunos pueden ser simples invenciones del Más Allá, para otros, fruto de alucinaciones mentales y víctimas de la sugestión, pero para mí son, desde luego, experiencias que incrementan mis ganas de continuar en la investigación y pruebas fiables, sean estas subjetivas o no
Dicen que cuando fallecemos observamos una luz, un camino que continua más allá de nuestra realidad física, que otro plano existencial nos espera. Sin embargo, en ese momento, no todos deciden continuar y hay quienes, apegados por determinados sentimientos o por lo material, deciden no continuar camino, a otros les sucede lo mismo siendo víctimas de la desorientación y el miedo y quedan apegados a la realidad material, pero no pueden tocarla: su esencia, memoria y personalidad es la misma, pero se encuentran entre dos realidades. Algunos llaman a este espacio entre una vida y otra, la interfase.
En no pocas ocasiones tenemos evidencias de que “algo” que muestra una cierta inteligencia se comunica con nosotros. Aventurarse a afirmar que son las almas de los difuntos es mucho decir, y admito que casi todos tenemos en mente esta posibilidad, pero tan solo unos cuantos nos atrevemos a decir que trabajamos sobre esta hipótesis.
Determinados enclaves donde se han sucedido gran número de sucesos trágicos son ideales para la experimentación paranormal, pues aumentan las posibilidades de que esas impregnaciones, espíritus o almas aun se hallen ligadas al lugar.
Otra posibilidad que no hay que descartar es la de que existan otras realidades, y que bajo determinadas circunstancias, se pueda establecer una comunicación con ellas, pero que no se trate de los difuntos, si no simplemente otro plano existencial.
Lo cierto es que desde el inicio de los tiempos del hombre, este siempre se a preguntado que hay más allá de la muerte y ha buscado la posibilidad de manifestaciones de otras inteligencias que habiten en otros planos existenciales. Hoy, algunos de los que nos denominamos investigadores del misterio, acudimos a determinados lugares y realizamos determinadas experiencias con el fin de probar la existencia de otras realidades. La matemática moderna admite la existencia de más dimensiones aparte de las nuestras, pero lo que habita en ellas continua siendo un enigma.
Probar e intentar captar el fenómeno es un arduo trabajo, y en la mayoría de las ocasiones, y pese a la tecnología que algunos grupos de investigación emplean o empleamos, estos aparatos están diseñados para nuestra realidad, y el hecho de obtener determinadas alertas de un detector de iones o la detección de anomalías magnéticas no tienen por que tener una relación directa con el fenómeno paranormal, pues si pretendemos captar un fantasma, por ejemplo, primero habría que saber de qué está compuesto para después poder fabricar el equipo de detección apropiado.
De un tiempo a esta parte, mis investigaciones se basan y complementan en las sensaciones e indicaciones de personas sensitivas. En un pasado llegué a utilizar el sistema Ouija, pero con el tiempo me dí cuenta que este sistema aporta datos muy difíciles de corroborar, de escasa repercusión y en muchas ocasiones falsos -tan solo en un puñado de ocasiones, los mensajes obtenidos por este sistema aportaron algo a la investigación-, sin embargo, el trabajo con personas sensitivas aumenta las posibilidades y, como mínimo, es una vía de investigación interesante y, por supuesto, no se debe despreciar una posibilidad simplemente por que esta no nos guste.
Un lugar tampoco puede ser investigado ni experimentado en una única visita, pues aparte de la documentación previa, las experiencias in situ nos proporcionaran gran cantidad de datos.
Nuestra tercera visita al hotel
El Hotel Colonia Puig, aunque reconozco que en un principio había pasado totalmente inadvertido y sin interés para mí, es uno de los lugares claves en donde se pueden obtener manifestaciones. Con el paso del tiempo el deterioro de este lugar es evidente y se produce de forma rápida, tal vez en unos años desaparezca, por eso nos apresuramos a visitarlo y experimentar cuantas ocasiones tenemos. Símbolo de la burguesía y de clase alta y usado en tiempos de guerra como hospital de campaña, es hoy apenas unas ruinas agonizantes que esperan un final, pero tantos sucesos trágicos se habrán vivido en muda congoja que, desde luego, hacen de él un lugar idóneo para la investigación de campo.
No es que siempre busquemos el morbo ni los sucesos trágicos, pero estos son propicios para que se manifieste lo paranormal. Los sucesos positivos también impregnan los lugares, pero nos percatamos más de lo malo que de lo bueno, pues las sensaciones positivas las vivimos con alegría, pero cuando lo negativo nos alerta la boca del estómago, una curiosidad en ocasiones desmedida inunda al investigador.
Como siempre nos moveremos en el terreno pantanoso de las experiencias subjetivas, pues no se trata de experiencias reproducibles a voluntad y en laboratorio, son experiencias relacionadas con fenómenos aleatorios, los cuales posiblemente modifiquemos con nuestra simple intencionalidad, fenómenos que se percatan de que son observados y varían.
Pero estimo oportuno contar unas experiencias que seguramente serán criticadas por algunos sin tener conocimiento de causa, pero estoy convencido de que para otros serán de gran ayuda, pues seguramente se identifican con determinadas experiencias propias. Creo que ha llegado el momento de contar las cosas tal y como nos suceden, sin buscar miedo ni morbo, sin agrandar el tema, pero tampoco sin encogerlo ni menospreciarlo.
Los fenómenos están ligados íntimamente a nuestra mente, lo cual no significa que sea esta su procedencia, pero sí una vía de diálogo, tal vez el interruptor que debamos accionar para abrir la comunicación entre una y otra realidad.
Nada más bajar del vehículo se nos mostraba imponente, aunque cansada, la fachada del Hotel Colonia Puig. Siempre entrábamos por uno de los laterales, pero en esta ocasión la puerta principal estaba rota y el acceso era muy fácil. Con tan solo unos instantes en el interior ya se respiraba “algo” en el ambiente, apenas quedan vestigios de lo que en su día fue este hotel, sin embargo, ese algo anida en su interior, tal vez a modo de habitante.
A pesar de haberlo visitado ya anteriormente en varias ocasiones, cada vez es especial, y aun cuando las sensaciones varían en intensidad dependiendo de donde nos encontremos, o mejor dicho, de donde se encuentren, ya presentíamos que la noche sería interesante, y así el canto entrecortado de un buho nos lo hacía presagiar, pues se comenta que estos animales perciben más que nosotros…
A pesar de que este abandonado hotel está a pie de carretera y se escucha el paso de los coches, habían momentos en que se cernía sobre nosotros un silencio sepulcral, en esta ocasión el equipo solo lo formábamos Micaela Pedrosa y yo, Fran Recio.
¿Algo nos observaba?
Decidimos experimentar en varios lugares, pero cuando nos dispusimos a experimentar a pie de las escaleras que suben a la planta superior, la cual se encuentra en un estado muy ruinoso y peligroso, nos sentíamos observados. Aquella sensación variaba de lugar, pero en muchas ocasiones es como si se acercase a nosotros. Dos grabadoras digitales y una de cinta magnética convencional eran nuestros segundos oídos encargados de registrar cualquier voz o rap del cual no se percatasen nuestros sentidos.
Después del análisis, algunos registros psicofónicos impregnaron nuestras grabadoras, pero nuestra experiencia iría mucho más allá, y he de reconocer que me resulta arduo complicado el describir unas sensaciones y unas vivencias que para entenderlas hay que experimentarlas.
Como ya nos ha sucedido en anteriores ocasiones, raps parecían contestarnos o, como mínimo, alertarnos de su presencia -siempre hay que buscar el origen de estos fenómenos en el más acá y, posiblemente, fueran ruidos ocasionados por animales que se refugian entre las ruinas-, fuimos variando los lugares de experimentación, unas sala que parecía un lavadero iluminada por la luz de la luna que entraba por una enrejada ventana nos hacían más llevaderos los minutos de experimentación. Captar sensaciones con aparatología es imposible, pues sería como intentar medir la energía del amor o de cualquier otra emoción, pero desde luego son sensaciones que se viven y que no son fruto de la sugestión, pues la experiencia y la gran cantidad de lugares visitados hacen que se cambie esa sensación de sugestión por curiosidad e ilusión.
En varias ocasiones más, y en varios enclaves, sentíamos esas fuertes sensaciones, no es algo que se posicione en un determinado lugar, si no “varios algos” que se mueven, vienen y van.
Golpes sin explicación
En un momento dado, ya casi al final de nuestra experiencia, decidimos experimentar justo en la entrada. Nada especial había allí, pero nuestra intuición, o tal vez otra cosa nos llevó a ese lugar. En todo momento nuestra mente se centraba en llamar, en pedir a aquello que supuestamente habita en el Hotel que diese pruebas de su existencia, y al mismo tiempo hacíamos preguntas por si esa manifestación se nos mostraba en forma de psicofonía. Intentábamos provocar el fenómeno, más que esperar a que este se diera de forma aleatoria y, al menos, para nosotros así sucedió: pedimos una muestra física y unos golpes tremendos escuchamos en la parte superior. Fue tan grande el estruendo que, inevitablemente, pensamos que alguien se había refugiado en la planta de arriba, tal vez algún indigente, pero las condiciones de la planta superior son extremadamente malas y no creo que soportasen el peso de una persona o animal de medianas proporciones. Aquello sucedió en varias ocasiones y siempre ante nuestra petición. Sé que no me es posible describir con palabras nuestra emoción y sensación, pero algo estaba claro, allí no había nadie.
Planta superior, origen de los golpes
Los últimos golpes o manifestaciones no las pudimos grabar. Algunos investigadores mantienen que el fenómeno es esquivo con el investigador, pero yo más bien creo, y amparado en la nueva física cuántica, que el fenómeno varía con la simple observación, que nuestra intencionalidad genera frecuencias que pueden operar en otras realidades, que el fenómeno muestra una cierta inteligencia y, por ello, es capaz de esquivar aquello que no le interesa o no le gusta. Por último, estoy convencido de que la gran clave de los resultados que se obtienen en una investigación, ya sean subjetivos o no, tienen mucho que ver con las personas y con sus cualidades.
Volveremos pronto a este enclave, pues algo me dice que nos esperan…
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