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Entrevista a Pedro Amorós

Pedro Amorós Sogorb nació en Alicante en 1967 y es presidente de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP)

Curso los estudios de ingeniería informática en la Universidad de Alicante, ha participado tanto a nivel nacional como internacional en varios congresos de TCI. Colaborador habitual de numerosos programas de radio y televisión autonómicos, nacionales e internacionales, colaborando asiduamente con: CRTVG Compañía de Radio y Televisión Galega, Radio Euskadi, Cadena SER, Radio Nou, Onda Cero, Canal Nou Televisión Valenciana, Antena 3, Tele 5, TVE1, Tele Madrid y muchas otras. Escritor del libro “Psicofonías voces del mas allá”. Interesado en los misterios y la parapsicología desde que era un niño. Pero la mejor manera de saber mas de el, es leyendo estas preguntas que tuvo la amabilidad de contestarme.

Pedro Amorós

Juan Marsella: ¿Cuándo empezó a gustarte la parapsicología?

Pedro Amoros: Cuando era pequeño, recuerdo que me acostaba en el sofá de mi casa por la noche y entrecerraba los ojos haciendo como si durmiese, mientras veía esos magníficos programas de “Historias para no dormir” de Narciso Ibáñez Menta y luego por su hijo, ya que mi padre no quería que viese esos programas. Luego, me confesó que siempre supo que me hacía el dormido.

Historias de terror alucinantes que me parecía increíble que ocurriesen aun sabiendo que eran películas, sucesos y extraños casos paranormales presentados por el Dr. Jiménez del Oso con esa voz, esa presencia, esa seguridad… la verdad es que aquel mundo comenzó a llamarme la atención desde muy pequeño.

Luego, tras ojear algunos libros antiguos de parapsicología que mi padre tenía en su biblioteca, recuerdo que me sentaba en el frío suelo delante de los estantes repletos de libros y de compendios de aquel verdadero saber de antaño, donde no se perseguía el figurar y el sobresalir, sino el auténtico motivo de la investigación y del conocimiento respecto a los fenómenos cuya explicación se salía de la comprensión lógica y de la ciencia.

Entonces, me di cuenta de que aquellas películas que veía de más pequeño y aquellos documentales de Arthur C. Clarke que presentaba nuestro querido Dr. Jiménez del Oso, tenían sus realidades desde el punto de vista de la parapsicología.

Siempre he sido muy racionalista, muy científico y muy técnico. Me han apasionado las ciencias y he trabajado con ellas en muchos de los aspectos de mi vida: La Química, la Física, la Biología, Paleontología, Astronomía… para mi eran mis “comics” de aquel entonces y mi entretenimiento. Por ello, desde el momento en que comencé a comprender que había cosas que todavía no tenían una explicación desde el punto de vista científico, comenzaron a interesarme las respuestas que podrían ofrecerme ese curioso y a la vez enigmático mundo de lo misterioso y lo desconocido.

Uno de mis primeros libros lo compré cuando tenía once años: “Hipnotismo, Magnetismo y Sugestión”. Recuerdo que lo leí y lo releí sin apenas comprender muchos conceptos que se suponía eran claves para el conocimiento de la técnica hipnótica y aun así en el colegio comencé a experimentar con voluntarios que “ingenuamente” se prestaban a ser hipnotizados. Recuerdo que se hacían los dormidos, excepto en una ocasión que uno de ellos cayó en un verdadero trance, o por lo menos así me lo pareció a mi y al profesor que dicho sea de paso, me castigo durante varios días a estar de pie en la clase cuando le expliqué cual era mi propósito.

Luego me interesé por la magia y los antiguos tratados de alquimia. Guardaba mi paga mensual para adquirir alguno de estos libros –Grimorios- que casi siempre eran editados por la Editorial Humanitas. Aunque nunca creía lo que en ellos se contaba, intentaba siempre extraer la filosofía que los antiguos habían estado manejando de sus ancestros y planteándome el por qué a ellos les funcionaban esos “hechizos” que tan de película de hadas parecían.

La ciencia me daba muchas respuestas, puesto que lo que antiguamente era ocultismo y magia, yo podía explicarlo con ciencia y con lógica. Sin embargo había otras cosas que no obedecían a ciencia alguna y ante esto simplemente le ponía el adjetivo de desconocido o… misterio.

A la par comencé a interesarme por el mundo de las psicofonías. En aquel entonces, en España no había nada del tema y nadie hablaba de ello. En uno de esos libros de la biblioteca de mi padre, encontré un artículo de un tal Friedrich Jürgenson que contaba sus experiencias con antiguos magnetófonos grabadores que registraban voces humanas y presuntamente de seres fallecidos.

Recuerdo que por esa época, mi padre me propuso hacer una de las grabaciones en una de esas noches de verano para ver que ocurría. Creo recordar que tenía doce años por aquel entonces.

Mi padre era muy estricto en sus creencias, pensaba – y sigue siendo así- que todo eran efectos o errores que unos y otros habían encontrado y cuya explicación todavía nos se había podido dar por el propio desconocimiento científico. Sin embargo, siempre tiene su interés una experimentación a altas horas de la noche en un pueblecito como el mío donde a partir de las 10 era silencio total o… casi total.

Durante el día, yo había ido a comprar una cinta virgen y mi aguardaba ansioso que llegase mi padre del trabajo con el fin de preparar la grabación que íbamos a hacer por la noche. Tras esto, esperamos a que se hiciese la hora y por la noche y mientras todos en la casa estaban durmiendo, nos dirigimos a la habitación donde mi padre guardaba sus equipos de grabación.

Desprecintamos la cinta de cassette –aun recuerdo ese olor-, la metimos en la pletina de grabación y conectamos los micrófonos de ambiente. Tras pulsar las teclas PLAY y REC apagamos la luz y nos fuimos a otra habitación lejana de donde estábamos experimentando. Pasados unos treinta minutos de grabación, regresamos al lugar de nuestra experimentación y contemplamos como el aparato había registrado durante esa media hora.

Rebobinamos la cinta y tras coger un pequeño bloc de notas para apuntar los pasos del contador y las incidencias obtenidas, comenzamos a escuchar. Todo iba normal hasta que tras el sonido lejano del tren una especie de voz de fondo y muy cavernosa parecía decir: «MAAAMAAA».

Recuerdo que mi padre se levantó y dijo una palabra: OSTIAS.

A mi se me llenaron los ojos de lágrimas de la emoción de haber conseguido esa voz presuntamente de origen paranormal. Sin embargo esa noche dormí tapado hasta arriba y creo que en el fondo mi padre también.

Seguimos experimentando días sucesivos y la voz volvía a grabarse por aquellas horas de la noche, hasta que al poco descubrimos que se trataba del pájaro de un vecino de una casa de planta baja que distaba unos doscientos metros de la nuestra, y que se ve que al “pajarito” le gustaba cantar por la noche.

Esto fue determinante para mi, porque me hizo plantearme que si lo que Jürgenson decía era cierto, ¿Porqué él no se había dado cuenta del posible error/origen de las psicofonías, tal y como yo me percaté del mío?

Posteriormente leí que al igual que a Jürgenson, Konstantín Raudive y algunos otros también habían tenido encontronazos con las psicofonías y que a raíz de aquello sus vidas cambiaron en pro de la búsqueda de ese posible sistema de contacto con el más allá.

Entonces comencé a investigar por mi cuenta, cuando tenía aproximadamente 15 años.

J.M.: ¿Cuál fue tu primera investigación?

P.A.: Es difícil recordar como fue, pero un día ciertas personas me comentaron que había un lugar, “El Panteón de los Guijarro”, donde en tiempos de la Guerra Civil española se habían fusilado a multitud de personas. Decían que en sus alrededores la gente había escuchado lamentos y disparos propios de lo que posiblemente definiríamos como una ejecución. Algunos decían también haber visto una especie de imagen fantasmal deambular por la zona.

Tras pensarlo mucho, al final decidí ir con mi grabador a intentar captar esos posibles sonidos psicofónicos o paranormales.

El panteón de los Guijarro era una especie de ermita con su cúpula y todo que se encontraba – y se encuentra- en medio del campo, en las inmediaciones de la población de Villafranqueza, cerca del pueblo. Su aspecto en aquel entonces era lúgubre y misterioso, más propio de una de las películas de las que veía de pequeño que de la realidad donde estaba enclavado. Era uno de esos lugares de los que la gente intentaba evitar por el popularmente dicho “mal rollo” que causaban.

Sin embargo y aun inspirándome un cierto respeto, allí me planté una tarde, con mis equipos. Tras examinar el lugar y reconocer un poco el terreno, comencé a experimentar en el silencio.

Como quiera que fuere, uno de mis malos pasos o movido quizás por el nerviosismo hizo dar un mal pie y acabar en una especie de pozo situado en el centro de la capilla. Y mi preocupación ya no eran las propias psicofonías sino el poder salir de aquel lugar medio inundado por agua. Pasados unos instantes, la poca luz que entraba por el agujero y una pequeña linternita me desveló algo que nunca olvidaré. A mi alrededor, yacían numerosos ataúdes y por su puesto con sus muertos dentro. Había caído en una cripta.

No llegaba al techo, era alto, y no os voy a contar como pude salir porque es probable que os lo imaginéis. Pero pasó mucho tiempo para que tras mi experiencia volviese a aquel lugar que vaya si me marcó.

Como veis fui muy “patoso” en mis primeras investigaciones.

Tras esto, comencé a acudir a lugares donde la gente decía haber sentido cosas o incluso haber sido testigos de hechos inexplicables.

Pedro Amorós, coordinador de la Alerta OVNI de Iker Jimenez en 2004, en la provincia de Alicante

J.M.: ¿Cómo decidiste crear la S.E.I.P.?

P.A.: Recuerdo que en 1994-1995 yo participaba en un programa de televisión en la reciente emisora que se había creado en Alicante. Paco Vigueras decidió llamarme con el fin de que hablase de alguna forma de temas relacionados con el misterio, y posteriormente se creo un programa llamado “Extraños en la Noche”. Cierto día, recibí una llamada de uno de mis amigos y afamado periodista y parapsicólogo Luis Jiménez Marhuenda y me dijo que unos chicos deseaban conocerme. Se refería a Antonio García Sancho y otros más.

Como quiera que fuere la cosa, acabamos por aquellas fechas encontrándonos en una reunión imprevista, algunos de los que conformamos la SEIP, José Requena, Manuel Capella, Antonio García, Alicia López, Elena López, Isaac Pestaña, Beatriz Martínez – mi novia en aquel entonces y hoy mi esposa- y yo.

Antonio García –al que ya conocía de hacía poco- me presentó a Elena López y a su hijo Isaac que les apetecía conocerme de verme en la tele hablando de misterios y demás. José Requena era mi compañero de investigaciones desde hacía ya tiempo y estaba allí de una forma meramente casual puesto que él vivía en Elda y se había desplazado por un tema puntual. Manuel Capella, no recuerdo muy bien como vino, pero creo que ese día coincidimos en la tele y le invité a venir a esa reunión a la que trajo a su esposa, Alicia.

Quizás de forma casual o de forma causal comenzamos a hablar de que la SEP, Sociedad Española de Parapsicología, estaba medio desaparecida, aun manteniendo su actual domicilio en la calle Bailén de Madrid. Sus formidables revistas ya no se hacían y no se vislumbraba espíritu de investigación por su parte.

Por ello se propuso la idea de crear una asociación para investigar los fenómenos paranormales. Se eligieron varios nombres de entre los que salió SEIP Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas.

Así pues, en una improvisada asamblea general, se realizaron las pertinentes votaciones y a mi – quizás por ser algo más conocido- me otorgaron la presidencia, a Manuel Capella la vicepresidencia 1ª, a José Requena la vicepresidencia 2ª, a Antonio García la calidad de Secretario, a Bea la tesorera, y Alicia, Elena e Isaac como vocales.

Posteriormente realizamos nuestra primera investigación como SEIP y fue en el colegio abandonado de Agost, donde pude captar algunas psicofonías interesantísimas.

Tras esto, comenzamos a afrontar distintas investigaciones por diversos puntos y lugares de la geografía alicantina hasta que nos trasladamos a Bélmez de la Moraleda con el fin de analizar y realizar grabaciones psicofónicas en la casa de las caras.

Tras esto, en el año 1995-96, lanzamos una revista titulada SEIP Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas. Se editaban unos dos mil ejemplares y su lectura fue muy buscada por la gente que se interesaba de alguna manera por el mundo del misterio y su investigación. Esto nos promovió para establecer algunas pautas de actuación en cuanto a las investigaciones y sus métodos. Por ello, y a pesar de estar constituidos desde el 1995, donde el equipo editorial de la revista SEIP estaba compuesto por la junta directiva de la Asociación, legalizamos nuestra presencia administrativa en el 1998 donde comenzamos a organizar congresos y a acoger socios numerarios. Así comenzamos a crecer y a hacer un poco más de bulto.

J.M.: ¿Cuál ha sido la investigación que mas te ha llamado la atención, sin nombrar Bélmez?

P.A.: No nombrar Bélmez, sería no ser objetivo ni realista. Considero que el fenómeno que ocurre en Bélmez es atípico ya que sabemos que los fenómenos paranormales son Efímeros, Espontáneos y Esporádicos. Esto conlleva a que si se han marcado una serie de “leyes” en el comportamiento ante la fenomenología paranormal, romperlas sería salirse de su esquema creado y tocaríamos los pilares básicos de la parapsicología.

En Bélmez se mantiene esta ley pero con variantes, ya que la espontaneidad y dilatación temporal de la fenomenología son como decía atípicos. Y esto no significa que siempre ocurran cosas, esto significa que se producen fenómenos de índole paranormal muy constantemente.

Para mi, todas las investigaciones son importantes y todas me llaman la atención por algo. En la mayor parte de las mismas, diría que en un 90%, siempre se pueden explicar los fenómenos de una manera lógica y científica. En un 8% del restante, diría que la mente juega un papel decisivo desde el punto de vista parapsicológico y por tanto podríamos resumir en que la producción de fenómenos puede tener origen en la misma.

Con respecto al 2% restante, no tengo una explicación clara, apuntando hipotéticamente a esa parte trascendental que tanto nos cuesta demostrar, comprender y a veces contar.

Por ello creo que todas las investigaciones son importantes puesto que de todas se extraen conocimientos y se aprende un poquito más.

J.M.: ¿Cuántas grabaciones obtenidas por ti puedes tener en tu archivo?

P.A.: Pues la verdad es que no lo sé. Tengo miles de grabaciones, por decirte un número estimado quizás unas 60.000 grabaciones. Tengo cintas antiguas con miles de psicofonías que he ido obteniendo en función de mis experimentaciones a lo largo del tiempo, unas son mejores, otras son peores y otras me las cargué literalmente cuando construí un aparato bautizado por mi como ADI.

Se trataba de un invento que hice para adaptar impedancias de dos aparatos con el fin de que cuando obtenía una psicofonía en un lugar con una grabadora, volcaba dicha inclusión previa catalogación, numeración y clasificación, en otra cinta que yo le llamaba cinta Master, cinta de volcado. Así, siempre tenía localizadas y por su correcto orden de grabación, las inclusiones psicofónicas y de paso, ahorraba muchísimo tiempo de rebobinar y buscar, cuando tenía que localizarlas. Por supuesto, ni que decir tiene, minimizaba el espacio que ocupaban las cintas.

Este aparato, tenía dos potenciómetros y adaptaba la salida de señal del grabador –donde había obtenido la inclusión- a la entrada del aparato donde deseaba almacenarla. Esto siempre quitaba muchas características a la grabación original: Calidad, armónicos, frecuencias de sonido, etc… La verdad es que no estaba muy perfeccionado que digamos, pero hizo su papel durante una buena temporada.

Por supuesto con las nuevas tecnologías como ordenadores, dat, mini-disc y unidades de grabación por memoria, todo esto desaparece conservando total calidad la grabación obtenida realmente como la conservada. Eso si, cuidado al convertirlas a formatos comprimidos como MP3, porque a pesar de no escucharlo, se pierde mucha información y frecuencias que en un futuro podrían ser audibles de alguna forma.

J.M.: Cuéntame algún secreto de la TCI: Frecuencia, volumen, aparatos, etc…

P.A.: La TCI es muy caprichosa, me explico. Cuando yo comencé a grabar psicofonías tardé mucho tiempo en darme cuenta de que estaba obteniéndolas, no sabía escucharlas, quedaban inmersas en el ruido de fondo y su interpretación era difícil para mi. En resumen, mi oído no estaba acostumbrado a ello y por tanto las pasaba por alto.

Con el tiempo fui aguzando mi audición a extremos que podía seleccionar determinadas frecuencias auditivas para centrarlas mejor en la interpretación. Quizás esto para algunos pueda sonar como un “disparate”, pero la realidad es esa y esto le ha ocurrido a muchos investigadores en sus comienzos.

Para la TCI, el mayor secreto que podría contarte es la perseverancia y la paciencia. Muchas veces no obtenemos resultados positivos y nos desesperamos y a veces mandamos todo a “freír espárragos» y abandonamos. Es el caso que a mi me ocurrió durante la experimentación con una serie de tonos, frecuencias que eran mezcladas como posible soporte –portadora- para las inclusiones psicofónicas. Tras pasar horas experimentando con un sonido aturdidor en mi laboratorio, mi dolor de cabeza fue tal que decidí desconectar los aparatos y abandonar ese proyecto de investigación por la escasez total de resultados. Cuando iba a hacerlo, con la mano en el botón de desconexión, pude escuchar algo por los altavoces, se trataba de una especie de interferencia y a continuación una clara modulación de voz que me dijo: NO, NO NO TE PARES, ESTAMOS CONTIGO…

Como recomendación para poder experimentar en cuanto a transradio podría decir que hay que localizar frecuencias libres de emisión, incluso a veces se producen armónicos o acoples de otras estaciones de radio que su potencia de emisión saturan incluso en otras partes de la banda hertziana, es lo más importante a tener en cuenta en Transradio.

En cuanto a la grabación microfónica podría recomendar grabadores tales como los de la gama del PHILIPS AQ6455 de los que ya he hablado en numerosas ocasiones y que han dado un excelente resultado a numerosos investigadores. Aunque lo ideal en este tema es el uso del mini-disc o las grabadoras en unidades de memoria, que no son los conocidos grabadores en MP3 o de voz, no.

J.M.: Y para terminar, ¿Cuál es tu idea de el más allá, otra dimensión, no existe, lo creamos nosotros mismos?

P.A.: La verdad es que no podría hacer apreciaciones de algo que no puedo demostrar, pero lo que si es innegable es que las psicofonías, las voces paranormales, siempre hacen referencia a que ellos –las voces- están vivos, no están muertos.

La mayor parte de gente, vincula las psicofonías al mundo de los difuntos. Y también es cierto que ellos mismos en muchas ocasiones se han identificado como tal, y aunque esto parezca una aberración desde el punto de vista más empírico, aplicando la lógica determinante a la ley de la conservación de la energía, que dice que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, dado que los seres humanos somos energía, ¿En qué se transforman nuestros tipos de energía cuando fallecemos?

Es una pregunta compleja y espero que algún día la ciencia pueda avanzar un poco más para su comprensión y desarrollo.

Según mi idea, nosotros somos el producto de una energía que se libera en el momento de la muerte. Quizás esa energía llevé asociado algún tipo de soporte para nosotros desconocido pero no por ello inexistente y dado que nos movemos en un mundo de hipótesis donde cabe “casi todo”, ¿Porqué no plantear la posible existencia de éste como una especie de cúmulo energético, asociado a los sentimientos, recuerdos y demás cosas que formaron parte de un ser existencial llamado humano?

Con respecto a las dimensiones, sin duda, sin duda existen otras y con factores diferentes a la nuestra. Quizás entre ellas se encuentre el lugar donde “habitan” este tipo de cúmulos energéticos a los otros podrían llamar perfectamente “espíritus”.

J.M.: ¿Alguna investigación que lleves actualmente que me puedas contar?

P.A.: En la actualidad estoy trabajando en desarrollar nuevos tipos de portadoras electromagnéticas para la consecución y clarificación de las psicofonías. A través de campos hertzianos gigantescos, pretendo crear una especie de soporte más cómodo para que las voces puedan modular sus características sonoras y quedar registradas a modo de sonido audible.

Con respecto a las investigaciones de índole paranormal tales como casas encantadas y demás, tengo algunos expedientes abiertos que todavía no podría concluir dado que están todavía en proceso de estudio.

Con respecto al tema de las caras de Bélmez, en la SEIP tenemos muchos datos y posibles hipótesis que pueden sorprender al lector. Quizás no podamos demostrar el origen de las energías que producen este tipo de fenomenología, pero todo lo que hemos estudiado de este tema de forma casi ininterrumpida desde el año 96 nos ha servido para comprender algunos factores de producción de las teleplastias que sin duda podrían tener que ver con esas otras dimensiones de las que hablábamos antes y desde luego en relación a condiciones físicas y mecánicas que se producen en nuestro propio mundo y concretamente en los lugares de aparición de las teleplastias.

J.M.: Nada más si alguna pregunta no la quieres contestar, no lo hagas, muchas gracias de antemano y disculpa las molestias.

P.A.: Un placer, y siempre a tu entera disposición.

 

Publicado por el día 09/11/2006

 

 


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