No se puede hablar de Los Aghori sin hablar de la India y no se puede hablar de la India sin nombrar el Ganges. De todo lo que puedes ver allí, tal vez lo más increíble es este río a su paso por Benares o Vanarasi, ciudad sagrada para los Hinduistas, en la que desde hace 3.500 años se practican entre 60 y 100 cremaciones diarias

Nota aclaratoria: El presente artículo fue escrito el día 19 de marzo de 2013 por Ana Belén Sánchez.

Si hay un lugar en la tierra donde se puede oler a humanidad, es este. Comida, especias, excrementos humanos y animales, carne ahumada, orines, cadáveres… todo se mezcla en el aire. No hay forma humana de mentalizarse para lo que te vas a encontrar. Hay que entrar de sopetón, sin más, para descubrir todos los horrores de la India concentrados, así como su intensa dimensión mística y espiritual.

Mark Twain escribió: «Benarés es más antigua que la Historia, más antigua que las tradiciones, más vieja incluso que las leyendas, y parece el doble de antigua que todas juntas«.

Aunque se ubican por toda India, Nepal y Sudeste de Asia, aquí, en Benarés, no resulta complicado ver a Los Aghori. Se trata de una secta o tribu hindú muy respetada en las zonas rurales porque se les supone el poder de curar todo tipo de enfermedades gracias a sus prácticas religiosas.

Aghora es la combinación de dos palabras: A es una negación y Ghora es la oscuridad de la ignorancia.

Los Aghori siguen a Lord Shiva y a Lord Kali y se rigen bajo un principio que llaman: “Yo soy Dios”, consistente en pensar como “Sus Niños”.

Representan una tradición con muchos años y, aunque hubo épocas en que eran bastante numerosos, hoy en día no son más de 100, aunque tienen muchos entusiastas entre los seguidores de otras religiones en la India.

Como devotos de Shiva, creen en la liberación de los ciclos de la reencarnación y en el Nirvana, al cual se llegaría fundiendo su propia identidad con la realidad. Llevan una vida de extremo ascetismo y de gran espiritualidad, meditan constantemente, practican yoga y alteran deliberadamente su estado de conciencia consumiendo alcohol y sustancias psicotrópicas.

Son fáciles de reconocer ya que suelen ir desnudos, vistiendo el sudario de algún fallecido o embadurnados con las cenizas de las cremaciones, que según dicen les protege de enfermedades y, a la vez, aleja a los insectos. Además, muchas veces llevan consigo una calavera humana, que utilizan a modo de cuenco para comer y beber.

Practican el necro canibalismo; es decir, no matan para comer carne humana, sino que consumen la de personas ya fallecidas. Puede ser carne cruda, de cadáveres que aparecen flotando en el rio Ganges, o carne quemada procedente de alguna cremación.

Creen que el canibalismo les confiere poderes sobrenaturales, así como beneficios físicos tales como evitar el envejecimiento. Para ellos, un cadáver no es más que materia natural que carece de la fuerza vital que alguna vez tuvieron. Con el consumo de carne humana, intentan demostrar que nada es profano ni esta separado de Dios, y que la materia muerta simplemente pasa de un estado a otro.

Abrazan la contaminación a través de diversas prácticas, traspasando los tabúes sociales: comen carne (los hinduistas son vegetarianos), beben alcohol, consumen opiáceos, son caníbales, realizan rituales tántricos…

Resulta curioso que esta tribu no se constituya en familias o poblaciones enteras, sino que el individuo será elegido por un Chamán de forma individual, para que lleve este tipo de vida.

Según sus creencias todo el mundo puede ser incinerado, excepto niños, embarazadas, leprosos y las víctimas de una picadura de cobra, los cuales son lanzados al río atados a una cuerda que, a su vez, está atada a una piedra. La soga acaba pudriéndose, con lo que los cadáveres emergen a la superficie y pasan a ser alimento para Los Aghori.

Los Aghori imitan las cualidades más extremas del Señor Shiva, como el vencedor de la muerte. Los lugares favoritos de estos son los campos de cremación; se bañan con las cenizas de los muertos y llevan collares de huesos humanos para mantener a los espíritus como compañía.

Por si fuera poco, aparte de comer carne humana podrida, comen excrementos y beben orina. Incluso tienen relaciones sexuales con animales en el crematorio (donde residen habitualmente).

No encontarás a ningún local que quiera hablarte de ellos, aunque todos les conocen… sólo los turistas se acercan a ellos sin saber, en la mayor parte de los casos, que ese personaje extraño y exótico que fotografía curioso, es en realidad un Aghori: Un ser de prácticas repugnantes para la mentalidad occidental.